Quinta semana de la crisis del coronavirus

  

Mientras la pandemia del coronavirus continúa expandiéndose a nivel global, se suceden las medidas de estímulo monetario y fiscal, tanto en Europa como, sobre todo, en EE.UU., donde la Reserva Federal y el Congreso han puesto en marcha un masivo plan para evitar el colapso de la economía norteamericana. Esto contrasta con la respuesta europea, restringida al nivel nacional por la inacción del Eurogrupo, que se muestra mucho más reacio a una respuesta conjunta que el BCE.

Así, durante la semana hemos asistido a un importante rebote en las bolsas mundiales, que han acumulado revalorizaciones cercanas al +7% en Eurostoxx y +5% en Ibex, menores a las vistas en Wall Street que sube más de +10% en la semana. De este modo, tras las fuertes caídas desde máximos, cercanas al -40% en Ibex y Eurostoxx 50 y algo menores en el S&P 500, -35%, hemos asistido a un rebote en torno al +20% en los principales índices. Aun así, la falta de visibilidad en torno a la duración e intensidad del parón económico que provocarán las medidas de contención del coronavirus generan otra vez a final de la semana tomas de beneficios, moderando los rebotes desde mínimos a +11% en España, +14% en Europa y EE.UU.

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Draghi advierte

Durante el mandato de Mario Draghi al frente del BCE, su capacidad de comunicar adecuadamente en cada momento ha sido indiscutible, habiendo evitado incluso una posible ruptura del euro en 2012 con su famoso «whatever it takes» (todo lo que sea necesario). Sus mensajes en las ruedas de prensa posteriores a las reuniones del banco central siempre tenían en cuenta la repercusión que inevitablemente tendrían sus palabras en los mercados financieros. 

Ahora, alejado de las responsabilidades de su anterior cargo en el BCE, ha publicado un artículo en el Financial Times donde advierte de la necesidad de adoptar medidas drásticas para impedir que «la inevitable profunda recesión» se convierta en una depresión económica. Para cualquiera que quite hierro a la importancia del incipiente shock económico ocasionado por la actual crisis del COVID-19 o que considere que la recuperación económica será rápida y en V, le convendría leer la opinión de Draghi. El dramatismo de las expresiones utilizadas por el ex banquero central, dan una idea de las conclusiones de su análisis: «tragedia humana de proporciones potencialmente bíblicas«

A día de hoy, hay más de 2.300 millones de personas confinadas en todo el mundo. El freno de la actividad económica, desconociendo todavía la extensión de su duración temporal, ocasionará grandes pérdidas de ingresos en el sector privado, en empresas y familias, que, según Draghi, deberían ser absorbidas por las cuentas públicas, en todo o en parte, para evitar entrar en una depresión económica. No hacerlo abocaría a una situación incluso peor para las cuentas públicas por la pérdida de actividad productiva y económica difícil de revertir. Draghi urge a tomar medidas de forma enérgica y rápida para evitar un empeoramiento de la inevitable recesión. 

Dos son los objetivos económicos principales que las autoridades deberían perseguir: apoyar a las empresas para que los trabajadores no pierdan sus empleos, y aportar una renta mínima a aquellas personas que no han podido conservarlo. La empresa que cierra y muere, no vuelve a abrir y los empleos se pierden. 

Las medidas adoptadas durante esta semana en Estados Unidos, con un plan de estímulo fiscal de 2 billones de dólares, equivalentes a casi el 10% de su PIB, van encaminadas a cumplir ambos objetivos. Por un lado, con envío de cheques a un elevado número de familias (helicóptero monetario) y, por otro lado, con más de 350 millardos de dólares ayudas a pequeñas empresas mediante préstamos con la garantía total del Gobierno federal que podrán ser perdonados si se cumplen determinadas condiciones de limitación en la reducción de sueldos y de despidos.

En la Eurozona, a pesar de las contundentes medidas adoptadas por el BCE, aumentando notablemente el volumen de compras de bonos y flexibilizando sus propias normas en cuanto al porcentaje que puede adquirir de bonos de cada país, las ayudas a familias y empresas están lejos de lograr los objetivos marcados por Draghi.  Las enormes diferencias en el nivel de deuda pública de los países del norte (Alemania, Países Bajos), frente a los del sur dificulta sobremanera la adopción de medidas coordinadas entre todos los países.

Sin la emisión de Eurobonos o Coronabonos con el respaldo del conjunto de la Eurozona difícilmente se podrá llegar a un plan fiscal tan ambicioso como reclama Draghi. De momento, sin conocer cuándo habrá una solución a la crisis sanitaria es previsible que la volatilidad en los mercados financieros seguirá presente durante las próximas semanas. 

Jesús Sánchez-Quiñones

Director General, Renta 4 Banco

Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco, piensa en el nuevo escenario económico que dejará la pandemia y opina que «habrá que rehacer todos los números, en un mundo de bajo crecimiento y sometido al estrés permanente de una alta transformación derivada de la economía digital». 

La crisis cambia de dimensión

La crisis del coronavirus ha entrado, definitivamente, en otra dimensión estos últimos días, no solo en lo que a los mercados financieros se refiere, sino, además, en cuanto a las repercusiones que dicha crisis va a tener sobre el crecimiento económico y sobre la organización de la economía en el medio plazo. La absoluta parálisis en la que se ha adentrado la economía global y la huella que va dejar la epidemia en la psicología colectiva, mueven a pensar en un escenario de recesión severa, a corto plazo, y en cambios de fondo en el modelo económico, a medio plazo.

Los mercados financieros han reflejado esa nueva dimensión de la crisis la semana pasada tanto en las Bolsas como en los mercados de bonos, incluyendo esta vez a los bonos soberanos de calidad, especialmente los europeos. Pero antes de entrar en los mercados, y para situar bien el análisis, conviene recordar algo que hemos venido diciendo de forma reiterada en estos comentarios semanales, a saber, que la crisis del coronavirus ha venido a confirmar dos tendencias estructurales que ya se venían anunciando en la economía antes de la aparición del coronavirus.

Esas dos tendencias son la propensión a un muy bajo crecimiento en las economías maduras en los próximos años y la transformación disruptiva en todos los sectores empresariales, que presionará a la baja los márgenes. El coronavirus ha anticipado y amplificado esas dos tendencias, que ya estaban ahí, y que eran muy visibles en los datos de la segunda mitad de 2019. Lo que va a hacer esta epidemia es convertir el bajo crecimiento en una recesión global y acelerar hasta extremos insospechados la transformación de la economía y de los hábitos de vida que ya estaba incubándose.

Estamos empezando a percibir esa «aceleración», al tener que acostumbrarnos, de forma repentina, a la economía del confinamiento, del teletrabajo y de la paralización completa de la actividad física. En los mercados financieros estamos también empezando a tratar de entender la nueva mecánica de los «cortacircuitos» (circuits breakers) usados para evitar efectos «bola de nieve» o las intervenciones monetarias astronómicas, en una escala hasta hace unos días inimaginable, con el objetivo de evitar colapsos en los mercados de activos.

Los mercados financieros han interpretado esas nuevas realidades esta última semana, y han anunciado, como decíamos antes, una nueva dimensión en la crisis. Hay tres factores que nos mueven a pensar así. El primero es la falta de reacción de los inversores ante las medidas extraordinarias adoptadas de forma coordinada por los Bancos Centrales. El segundo es la llegada de la crisis, el pasado miércoles a los bonos soberanos de calidad, que hasta ahora habían actuado como refugio seguro en episodios anteriores de inestabilidad. El tercero es el fuerte recorte de las Bolsas americanas esta última semana, siendo así que hasta ahora las empresas americanas venían actuando también como refugio para los inversores que buscaban calidad y protección.

(…)

La crisis del coronavirus ha llegado en un momento en el que los mercados estaban «sobrecomprados» y las economías estaban muy endeudadas. Ello ha provocado un ajuste en los precios de los activos más rápido del que nadie podíamos imaginar y va a determinar a nuestro juicio una crisis más duradera de lo que algunos piensan. Por eso creemos que puede quedar aún algo de recorrido a la baja, haya o no un rebote esta semana.

Pero, a medio plazo, invertir haciendo bien los números en empresas sólidas, bien posicionadas y cuyos gestores entiendan el nuevo escenario que se dibuja una vez pase la epidemia, es la forma mejor de proteger el patrimonio y de obtener retornos positivos.

Juan Carlos Ureta

Presidente, Renta 4 Banco

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