Análisis y seguimiento de la crisis del coronavirus

Expectativa de reapertura de la economía norteamericana

Cierre al alza este viernes ante la expectativa de una próxima reapertura de la economía americana. Trump prevé iniciar la desescalada a lo largo del próximo mes. Los Estados deberán confirmar la moderación de sus curvas durante dos semanas antes de iniciar el desconfinamiento, que se hará en tres etapas, no pasando de una a otra hasta tener confirmación durante otras dos semanas de que los casos por Covid 19 siguen descendiendo. Aun con todo, el ritmo de desescalada quedará a la discreción de cada Estado, pudiendo algunos de ellos reabrir el 1 de mayo, aunque Nueva York ha extendido el confinamiento hasta el 15 de mayo. Será clave por tanto seguir vigilando las curvas así como implementar las medidas necesarias para evitar una segunda oleada de contagiados con la vuelta a la actividad.

Por otra parte, y también en positivo, en la revista científica Stat se ha adelantado que un grupo de pacientes que está siendo tratado con remdesivir (antiviral de Gilead) estaría mostrando mejoras sustanciales en los síntomas del Covid-19 (fiebre y problemas respiratorios). La compañía está llevando a cabo dos ensayos clínicos en casos moderados y severos. Aunque es una noticia prometedora, hay que recogerla con prudencia, pues todavía no se trata de una lectura favorable de los ensayos clínicos, algo que conoceremos a finales de este mes y, en el caso de pacientes moderados, a finales de mayo.

Destacamos en España que la CNMV ha prorrogado un mes más la prohibición de cortos que se extiende ahora hasta el 18 de mayo y que se podrá levantar en cualquier momento como ocurría anteriormente. La misma decisión que se ha tomado en otros mercados: Francia, Bélgica, Austria y Grecia.

Para más información, consulta nuestro Boletín semanal fundamental.

Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco, en Capital Radio: «No habrá recuperación en V. Es una crisis muy profunda y muy transformacional»Las medidas de préstamos puente, de liquidez, fiscales son importantes para parar la “bolsa de nieve”, pero eso no será suficiente. «Hará falta inversión productiva, de capital», señala el presidente de Renta 4 Banco.

Para combatir los momentos de mayor volatilidad y los mercados bajistas, en Renta 4 te recomendamos analizar tu cartera y actuar reflexivamente antes de rebalancearla, pero actuar con decisión para controlar el riesgo según tus objetivos a medio plazo. Te recordamos que en Renta 4 Banco estamos a tu disposición para evaluar tus inversiones y controlar los riesgos, y especialmente en los momentos de incertidumbre.

En su último artículo, Jesús Sánchez-Quiñones reflexiona sobre el severo impacto económico que tendrá la pandemia en las empresas, sobre todo en las pymes, si no se les ayuda. Artículo publicado en Expansión.com

Empresas que quiebran no vuelve a abrir

El principal daño de la actual pandemia es la pérdida de vidas humanas y el sufrimiento consiguiente de las familias que, cruelmente, ni siquiera pueden despedirse, ni velar a los fallecidos. El efecto secundario es el severo impacto económico derivado de la pandemia en cada uno de los países. 

Además de las imprescindibles medidas para reducir al máximo el número de fallecidos, es imprescindible, simultáneamente, la adopción de medidas que mitiguen la mortalidad empresarial. La empresa que quiebra no vuelve a abrir, perdiendo todos sus trabajadores el empleo. La mejor forma de mantener el poder adquisitivo de los trabajadores es manteniendo vivas las empresas que les dan trabajo. 

Atención especial requieren las PYMEs y los autónomos. Aunque no coticen en los mercados de valores, son la base de la economía y del empleo de la mayoría de los países europeos y de EE.UU. Del éxito de las medidas de apoyo a las Pymes, logrando evitar un elevado número de quiebras empresariales, dependerá la profundidad de la recesión y la capacidad de recuperación posterior. Las PYMEs son las empresas más vulnerables ante la falta de actividad. Muchas de ellas, difícilmente serán capaces de sobrevivir, al perder una parte significativa o incluso la totalidad de los ingresos, teniendo que seguir haciendo frente a los gastos fijos e incluso a los impuestos. En un elevado número de casos no les será fácil conseguir créditos, aunque se faciliten avales estatales por el 80%. En Alemania, los avales son del 100% para las pequeñas empresas.

 

En Europa, las PYMEs, considerando las mismas como aquellas que cuentan con una plantilla inferior a 50 empleados, suponen alrededor del 60% de los empleos de los países del sur de Europa (Italia, Portugal y España). Incluso en el caso de Alemania supera el 40% de los empleos. Además de la aportación directa de dichas empresas al PIB, los empleados de dichas compañías son la base del consumo de las familias de cada país. 

En EE.UU. dentro de su contundente paquete de estímulos por $2 billones, han destinado $0,35 billones a avales a los préstamos a pequeñas empresas para que pudieran mantener el empleo. En apenas trece días la cantidad se ha agotado. Al menos 700.000 peticiones no han podido ser atendidas y quedan pendientes de una ampliación de los recursos asignados al programa. Adicionalmente, se ha establecido una exención temporal de impuestos y de pagos de salarios, y la suspensión del pago de préstamos.  

El tiempo transcurrido hasta que las ayudas llegan a las empresas es esencial. Si llegan demasiado tarde la empresa puede haber cerrado y los empleos haber desaparecido. El consumo privado supone el principal componente del PIB en la práctica totalidad de las economías europeas. Por lo tanto, lo que les ocurra a las PYMEs, donde reside la mayor parte del empleo, tendrá impacto no sólo en dichas compañías, sino en la economía en general y, por tanto, también en la evolución de las empresas cotizadas.

Jesús Sánchez-Quiñones

Director General, Renta 4 Banco

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«En el actual contexto, los economistas se preguntan si las actuales subidas bursátiles son sostenibles, planteándose la posibilidad de una vuelta en V en las bolsas y en la economía. Del sentimiento de pánico extremo por estar invertido pasamos a la angustia creciente por no estar invertido. Del sentimiento de profunda preocupación por estar tan invertido pasamos a la confianza y satisfacción mientras el mercado recupera un 30% desde mínimos. La historia se repite porque el comportamiento humano se repite. Hemos de pensar en ello, porque negarlo es eliminar una pata fundamental en el comportamiento de la economía y de las tendencias en las bolsas».

Juan Carlos Ureta, presidente de Renta 4 Banco, piensa en el nuevo escenario económico que dejará la pandemia y opina que habrá que aprender la lección y pasar de la filosofía del «rescate», que ahora se formula por la Fed bajo la fórmula del rescate «total» a la filosofía de la «prevención.

La Fed y el novedoso experimento de la hibernación

La fuerte subida de las Bolsas esta segunda semana de abril ha llevado al Dow Jones a protagonizar su mejor semana desde 1938 y al S&P la mejor desde 1974, permitiendo a los índices bursátiles continuar la formidable remontada que iniciaron a partir de los mínimos marcados el pasado 19/20 de marzo. Aunque la subida había sido interrumpida los primeros días de abril, lo cierto es que a cierre del pasado jueves, índices como el S&P o el Dax acumulan ganancias de un 25% en tan solo tres semanas.

Probablemente los diez últimos días de marzo la subida estuvo muy impulsada por el llamado «rebalance» trimestral de las carteras, ya que muchos gestores deben adecuar a fin del trimestre el peso de la renta variable a la política de inversión de los Fondos, y, si el peso de las acciones en el total patrimonio ha caído por haber bajado las cotizaciones, deben comprar más acciones para recuperar su peso en los Fondos. Pero estos últimos días la sensación es más bien que los inversores empiezan a apostar por una salida en «V» de la crisis y por una vuelta de las Bolsas a los niveles de principios de enero, una vez pase la epidemia.

Parecería, en definitiva, que los mercados apuestan por el éxito de ese experimento inédito que consiste en meter la economía en el congelador para luego sacarla y descongelarla, de forma que todo vuelva a la normalidad. La «hibernación», o lo que es lo mismo, provocar un coma inducido para matar al virus y luego volver a la vida habitual, es un experimento novedoso que se combina con otro ya existente, la monetización, que ahora se ha elevado a la máxima potencia bajo el concepto de «rescate total» de la economía.

Parece que la combinación de ambos experimentos (hibernación más monetización) ofrece una elevada confianza a los inversores que les hace confiar en que un «shock» muy fuerte e inesperado como el actual va a ser controlado. De nuevo las esperanzas se depositan, sobre todo, en el buen hacer de los Bancos Centrales.

El pasado jueves las Bolsas se dispararon cuando la Fed anunció un nuevo programa de 2,3 trillones americanos (billones) de dólares para ayudar a la financiación bancaria de las pequeñas y medianas empresas, con préstamos directos a las compañías y además incluyendo la compra de bonos sin grado de inversión (sub-investment grade). El presidente de la Fed, Jerome Powell se ocupó de enfatizar, al anunciar el plan, que es una iniciativa pensada para ayudar a las empresas pequeñas y medianas, para dejar claro que la Fed, ante la actual situación de crisis, se ocupa de la gente de la calle, de la economía real, del «main street» y no solo de Wall Street.

Un análisis más detallado del plan muestra que la Fed también está rescatando al sector financiero, al extender la compra de activos a los «bonos basura» que procedan de rebajas en bonos previamente clasificados como BBB, una iniciativa que introduce a la Fed en un terreno desconocido, en el que probablemente va a tener que aceptar pérdidas de capital en sus carteras. El motivo de haberlo hecho es que, como indicábamos la semana pasada, más de la mitad de los bonos con grado de inversión corren riesgo de entrar en la categoría de «junk bonds» al ser rebajados por las agencias de rating («fallen angels»).

Los inversores se han rendido ante ese salto cualitativo en el modelo de «rescate total» de la Fed. Ni el mal dato de las peticiones de desempleo semanales en Estados Unidos, que alcanzaron la cifra de 6,6 millones, muy por encima de las estimaciones de los analistas, que apuntaban a cinco, ni los negros augurios del FMI pronosticando para este año una recesión en ciento setenta países que será la peor desde la Gran Depresión de los años treinta, ni las pésimas previsiones de crecimiento de algunos países europeos (Alemania estima una caída de su PIB para el segundo trimestre del entorno del 10%) han sido capaces de enfriar el ánimo de unos inversores que ya habían iniciado la semana, el lunes, con subidas muy fuertes, de más del 7% para las Bolsas americanas, tal vez intuyendo los nuevos pasos de la Fed.

La duda no es si esta vez la Fed y los restantes Bancos Centrales van a llegar donde nunca antes se había llegado. Lo van a hacer, porque es necesario a corto plazo para evitar el desplome y porque durante más de una década han puesto demasiada carne en el asador como para ahora dejar de hacerlo. La duda es si, más allá de estabilizar a corto plazo la economía, esas medidas de choque, basadas una vez más en la expansión de la deuda (daría igual si hablásemos del dinero «helicóptero) son eficaces para resolver los problemas estructurales que desde hace varios años están impidiendo a la economía generar crecimiento sostenido.

La incapacidad de los estímulos monetarios y fiscales para generar crecimiento fue ya palpable, por ejemplo, en el año 2016, cuando el PIB americano creció solo el 1,6%, y de nuevo en 2018, cuando tras agotarse el impulso fiscal de Trump el año finalizó bajo la sombra de una recesión, y más recientemente en el cuarto trimestre del 2019, antes del coronavirus, cuando la economía europea se estancó y la norteamericana creció solo el 2,1% tras los nuevos estímulos de la Fed. La respuesta siempre ha sido la misma, más dinero barato y más deuda, y sigue siendo la misma ahora, pero con más intensidad.

La regla dice que hay que seguir a la Fed y no ponerse nunca enfrente («Follow the Fed, don?t fight the Fed») y los inversores siguen al pie de la letra esa máxima. Pero, aun corriendo el riesgo de equivocarnos, tenemos que decir que hay signos que apuntan, en esta ocasión, a una crisis muy diferente a la de 2008. Una de las diferencias es el deterioro, más bien casi ruptura, de las cadenas globales de producción, que se han visto sometidas en menos de dos años a la doble agresión de la guerra comercial entre China y Estaso Unidios, una guerra no resuelta, y del impacto de la pandemia y de la paralización de la actividad.

Es muy difícil hacer escenarios en este momento. Prueba de ello es que el jueves pasado, casi a la misma hora, dos personalidades tan relevantes como el presidente de la Fed, Jerome Powell, y el legendario inversor Ray Dalio, daban en directo versiones radicalmente opuestas sobre el futuro económico que nos espera. Jerome Powell predecía, al presentar las nuevas medidas de la Fed, que la economía va a volver completamente a la normalidad una vez se controle la epidemia a nivel sanitario, siendo sin embargo la opinión de Ray Dalio que no estamos ante una recesión sino ante una «ruptura» («breakdown») devastadora, y que el mundo se encamina los próximos años a una Gran Depresión como la de los años treinta del pasado siglo.

Las Bolsas hoy apuestan, al parecer, por lo primero y ojalá no se equivoquen. Pero previsiones como las antes mencionadas del FMI, o como la emitida a principios de marzo por la OCDE, según la cual el PIB global podría caer un 50% como consecuencia del coronavirus, no invitan al optimismo. Tampoco lo hacen los datos que van apareciendo, como los 6,6 millones de peticiones semanales de desempleo del pasado jueves en EE.UU. o el IPC americano de marzo, que se publicó el viernes pasado y que muestra una caída de precios de un 0,4%, mayor de la esperada, con la inflación subyacente también cayendo un 0,1% en su primer descenso desde 2010.

La volatilidad en el precio del petróleo, que normalmente es considerado como un indicador del futuro crecimiento global, también refleja ese desconcierto ante lo que pueda pasar en los próximos años. Tras la fuerte caída de la demanda por el coronavirus, los mercados han estado muy pendientes de un acuerdo entre Rusia y Arabia Saudí para recortar la producción, y el anuncio de Trump el pasado domingo de que ese acuerdo era inminente disparó la cotización del crudo el lunes un 15% , para luego entrar la cotización en una auténtica montaña rusa, en una semana de fuertes vaivenes que llegaron a su máxima expresión el jueves cuando en la misma sesión los futuros tras subir un 20% acabaron cayendo más de un 7%.

De momento, esta semana empieza la publicación de resultados del primer trimestre con JP Morgan, Wells Fargo, Johnson & Johnson, Bank of America, Citigroup, Goldman Sachs o Abbot anunciando sus cifras, y además se publican el miércoles las ventas minoristas de marzo en Estados Unidos, entre otros datos económicos.

Si los resultados son buenos, y los de los Bancos americanos y las empresas que publican esta próxima semana no tendrían que ser malos, las Bolsas podrían continuar con su rebote, por lo menos hasta recuperar la mitad de la caída previa. Eso significa en el S&P niveles de 2.800 puntos, en los que ya está, pero en las Bolsas europeas todavía queda recorrido hasta llegar a la mitad de las pérdidas. En el Eurostoxx quedaría recorrido hasta niveles de 3.100, en el Dax hasta niveles de 11.000, y el Ibex hasta niveles de 8.000 puntos. Son solo referencias técnicas, basadas en el patrón de comportamiento que se ha producido en otras ocasiones, de un rebote hasta la mitad de la caída previa.

Desde el punto de vista fundamental, a corto plazo lo esperable es que la epidemia vaya a menos tras el fuerte confinamiento y la paralización de la actividad, y también que las extraordinarias medidas de la Fed y de los restantes Bancos Centrales estabilicen las cosas a nivel de los mercados financieros. Pero más allá del corto plazo las incógnitas son formidables, y el impacto duradero del Covid-19 en una economía que como hemos dicho en comentarios anteriores ya venía tocada, puede ser fortísimo. E igualmente en unos mercados de activos sobrecomprados.

Por eso, en nuestra opinión, y aun a riesgo de equivocarnos, lo recomendable es tener mucha prudencia a la hora de hacer los números del escenario posterior a la epidemia, evitando caer, una vez más, en expectativas demasiado optimistas.

Juan Carlos Ureta

Presidente, Renta 4 Banco

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